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Foto del escritorOsvaldo Maguey

Soy la peor hija:Por no mantener a mi padre

Anécdotas del consultorio


Imagínate que un día fallece tu mamá y tu papá te dice “Mejor deja la escuela porque si sigues ahí, me vas a pasar a fregar a mi”. En el momento más difícil de tu vida, escuchar esto te enfurece a tal grado que ya no quieres saber más de él. Pero como es tu padre sientes culpa porque “no deberías” de pensar así. Esta es la historia de Azucena*.



¿Quién es Azucena?


Es una joven estudiante de universidad, y una ávida lectora, con una pasión por los gatos. El vínculo que tenía con su madre era excepcional, gracias a ella tuvo la oportunidad de estudiar en la universidad. 


Su madre, Regina, era dueña de un negocio familiar y el sostén económico del hogar. Gran parte de la familia, incluidos sus hermanos mayores, y sus tías, trabajaban en el negocio. Su padre, sin embargo, nunca tuvo gusto por ese lugar trabajar.


Es mi papá y tengo que ayudarlo


Armando, el papá de Azucena, era un señor de carácter fuerte y temperamento volátil. Es el típico hombre que no te lastima con los puños si no con sus palabras. En casa no representaba un apoyo para los problemas, si no su fuente. Para Azucena era mejor no llorar y nunca contarle sus cosas, de lo contrario escuchaba algo como:


Ahí vas con tus dramas, ¿De que te sirve llorar? No arreglas nada llorando


¿Cual era el problema de Azucena?


Azucena se debatía entre seguir estudiando o abandonar la universidad. Si la dejaba iba a sentir muchísima frustración y enojo con su padre, pero si decidía continuar tenía miedo de que esto afectará la relación entre ellos y que esto pudiera ser un capricho egoísta de su parte.


Puedo trabajar en el negocio, ahorrar y cuando tenga lo suficiente retomarlo sin afectar a mi papá


El segundo conflicto involucra el apoyar a su padre. Armando es un padre que nada lo tenía conforme, por lo que se quejaba de todo, no le gustaba ayudar en el negocio, pero eso sí, exigía todas las atenciones hacia él.


Es una persona difícil de tragar, se enojaba si no le servían la comida al momento o si le pedían apoyo con las labores y cuentas del hogar. Si se molestaba, dejaba de hablarles, ignorándolos hasta que le pidieran perdón. Incluso mentía y exageraba las cosas a tal grado que todo el lado paterno de la familia creía que los hijos de Armando eran las peores personas en el mundo.


Cada que lo veo me da coraje y no me nace ayudarle en nada. Pero es mi papá y no debería pensar así de él, siento que soy una mala persona


Con una persona así es difícil tomar otra actitud, Azucena se estaba juzgando fuertemente por una reacción que cualquiera tendría para con Armando.


¿Soy una mala hija?


Más bien, Armando es un mal padre, a quien le es más fácil echarle la culpa a sus hijos de todo lo que está mal, así él no tiene que aceptar errores ni cambiar de actitud.


Con mi mamá hacía todo, me quedaba en el hospital y no me importaba, pero con él es diferente, lo veo mal, pero no me nace hablarle


Ni te va a nacer, a nadie nos gusta ayudar hacernos cargo de alguien que es malo con nosotros. Quítale la etiqueta de papá y vamos a ponerle la de compañero de la escuela. Seguro dirías “nel, yo no voy a poner su nombre en la presentación, no ayudó en nada”. Pese a que no nos “cuesta” ayudarle, no nos nace porque es injusto hacerlo. Es normal, no querer hacer nada por un padre que es grosero contigo.


Nuestra cultura dice que la familia es primero y sobre todas las cosas. Pero es un estándar que en ocasiones, aplica en una sola dirección: de los hijos hacia los progenitores pero no al revés. A los ojos de la familia paterna, Azucena y sus hermanos, eran unos hijos malagradecidos que debían hacer todo por su padre quien les dio la vida; pero Armando no era capaz de trabajar para poder sacar a su hija adelante con su universidad. Injusto ¿no crees?


Soluciones para una relación tóxica


En un vínculo codependiente, es común ignorar lo que hace mal la otra persona y pensar que todo lo que está mal en la relación es por culpa propia. Por lo tanto, lo primero que una debe hacer es visualizar las cosas y situaciones de forma objetiva. No es tu responsabilidad encargarte de tu papá, es al revés, porque él decidió traerte a este mundo. No tienes que hacerle de comer, tiene dos manitas y tiempo ya que pone excusas para no trabajar.


Ser objetiva es solo el inicio, a partir de ahí hay que ponerle límites a papá y si eso no funciona, considerar tomar distancia de ese vínculo¹. Estos últimos pasos son los más difíciles, implican emociones conflictuantes que pudieran hacerte flaquear. Aquí es muy importante hacerlo de la mano de un profesional de la salud mental.


No estás sola


Conforme trabajes estas habilidades, notarás que hay más paz en tu vida.


¿Lista para dar el siguiente paso?


La ayuda que necesitas está a un click de distancia.



Inicia tu camino hacia una vida sin culpa y sin conflicto interno.



Notas:

* Todos los nombres mencionados fueron alterados para conservar la confidencialidad

¹ Tomar distancia se refiere al grado en el que uno va a limitar la interacción con esa persona, puede ser desde evitarla en ocasiones hasta sacarlo parcial o definitivamente de tu vida.

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